domingo, 8 de enero de 2012

EL MUERTO DE VILLARRIBA. Gonzalo Moreno.


Había una vez, dos pueblos, Villarriba y Villabajo, estaban muy cerca el uno del otro y los dos tenían 1500 habitantes. El alcalde era el mismo para ambos pueblos y se llamaba Hipólito.
Un día Hipólito decidió hacer un campo de fútbol pero, no sabía en cual de los dos pueblos construirlo. Villarriba y Villabajo votaron la forma de decidir dónde harían el campo. Tras dos días de votaciones salió que se construiría en el pueblo que más habitantes tuviera.
Con ese dilema, iban pasando los meses...

Herminio el pastor vivía en una casa pequeña cerca del castillo de Villarriba, tenía un gato que todas las noches salía a maullar a la calle. Una noche, los vecinos no lo vieron ni lo oyeron. Al día siguiente extrañados, fueron a casa del pastor y el pobre estaba muerto en el sillón.
Entonces los vecinos de Villarriba decidieron llevarlo a Villabajo así, construirían el campo en Villarriba. Esa misma noche los vecinos llevaron a Herminio a Villabajo y con mucho cuidado, para no despertar a ningún vecino, lo dejaron en el banco de la plaza. Hecho el trabajo, volvieron a Villarriba.

A la mañana siguiente los vecinos de Villabajo se asustaron al ver a aquel pobre hombre muerto acompañado de su gato. Ningún vecino lo conocía pero como les dio pena decidieron enterrarlo en Villabajo.
El alcalde, Hipólito, anunció que tras el entierro, como en Villarriba ya serían un habitante más, allí se construiría el campo.
Hipólito observó que durante el entierro, en el cementerio, había un gato que no se separaba del ataúd. Cuando acabó el entierro el gato se marchó y el alcalde, como le llamo la atención que el gato no se separara del ataúd hasta ser metido bajo tierra, decidió seguirlo. El gato fue directo a una casa que estaba cerca del castilo de Villarriba y entró por una rendija que había en la puerta.
Como aquello le resultó muy sospechoso a Hipólito, los mismos vecinos de Villarriba confesaron que ellos habían llevado el cuerpo a Villabajo para que el campo se construyera en Villarriba. Avergonzados por su hazaña, le dijeron al alcalde que debían construirlo en Villabajo.

Al año siguiente, el día de la inauguración del campo de fútbol, al que le llamaron, “Herminio López”, asistieron los habitantes de los dos pueblos unidos. Fue un gran partido, en el que el equipo local ganó 5 – 0 a un equipo de la región de Murcia.
Por cierto, el escudo del equipo local llevaba dos uves entrelazadas debajo de un dibujo que parecía un gato.

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