domingo, 8 de enero de 2012

Naripincha. Enma Rodríguez.


Sandía saltamontes, el gran viajero, llegó al atardecer a una ciudad italiana y buscó un sitio donde pasar la noche. Entonces descubrió el taller de Repeto, el carpintero que vivía solo, sin más compañía que el perro Coqueto y el ratoncito Iñigo. A Sandia saltamontes le apareció que la habitación era acogedora; tenía su chimenea y todo, y pensó quedarse. Entonces oyó un ruido. Era Repeto, que había terminado una marioneta de madera y la estaba probando.
-¡ Estupendo!1Funciona! Pero debo ponerle un nombre.
1Ya está1: Naripicha. ¿Te gusta, Coqueto?
Como es lógico, ni Coqueto ni Iñigo ni Naripincha dijeron nada, pero como el carpintero tenía costumbre de hablar solo. Luego se despidió de los relojes y de los juguetes.
-Me voy a dormir. ¡Ah, si pudiera tener una niña en vez de una marioneta! - dijo mirando a Naripincha. Aquella noche, ante el asombro de Sandía saltamontes, el taller se llenó de luz y apareció… ¡El Hada Azul, nada menos!
-Repeto merece un premio porque con sus juguetes ha hecho felices a muchos niños –dijo el Hada-. ¡Marioneta despierta, te concedo el don de la vida! sé valiente, sincero y generoso y algún día te convertirás en un niño de verdad-luego se fijó en Sandía saltamontes-. Naripincha necesita alguien que le enseñe lo que está bien y lo que está mal. ¡Sandia tú serás su conciencia! –Encantado señora-dijo Sandía saltamontes. A la mañana siguiente. Repeto estuvo a punto de volverse loco de alegría al encontrar a Naripincha lleno de vida. Poco después le mandó a la escuela. Y por el camino fue engañado por dos granujas, que le contaron maravillas del mundo del teatro, aunque lo que querían era venderle a un titiritero. ¿De que sirvieron las advertencias y protestas de Sandia saltamontes? de nada. Naripincha no escuchó la voz de su conciencia. Naripincha fue encerrado en una jaula. El infeliz pensó en su padre y se puso muy triste. Entonces apareció el Hada Azul.
-¿Porque no fuiste a la escuela?-preguntó.
-Bueno…, iba hacia allí…, pero me encontré con el Monstro del Lagones.- respondió Naripincha, la nariz le creció y le creció.
-Naripincha- Dijo el Hada-, las mentiras crecen y se hacen tan grandes como tu nariz. No vuelvas a mentir. Luego el Hada liberó a Naripincha. Cuando volvía tan contento hacia su casa se encontró otra vez con Pepe el Honrado y Gordon el Gato. Los dos le convencieron de que necesitaba pasar una temporada en la Isla de la Diversión para descansar.
-¡Naripincha, acuérdate de Repeto! ¡No vayas!- gritó Sandia saltamontes.
Pero Naripincha pensando en las diversiones que le esperaban, ni si quiera lo oyó. ¡Que poco éxito tenia Sandia saltamontes como conciencia!
Naripincha viajo a la isla con muchos niños y niñas. Un hombre los llevo hasta allí y luego les soltó:
-¡Viva que maravilla!- gritaban los niños y las niñas-¡No hay gente mayor para decirnos lo que tenemos que hacer! Montaron en todas las atracciones y comieron montones de helados, hasta hartarse. Un chico llamado Dionisio invito a Naripincha a jugar a los bolos.
-¡Te estas portando mal!-le dijo Sadia saltamontes-¡Vuelve conmigo!
-¡Pero si Dionisio es mi mejor amigo!- dijo Naripincha. En ese instante, Dionisio empezó a rebuznar ¡Se había convertido en un burro! ¡Todos se habían convertido en animales para hacerles trabajar en las minas de sal! Y el también se estaba convirtiendo en un burro.
- ¡Vámonos rápido de aquí!- le dijo Sandia saltamontes. Huyeron antes de que pinocho se convirtiera en burro del todo. Cuando llegaron a la ciudad se enteraron de que Repeto se había ido con una barca a buscar a Naripincha y, que un cachalote se lo había tragado. Naripincha se sentía culpable. En el estómago de un cachalote, Repeto, en la barca para poder alimentarse el y su perro. ¡Repeto!-grito Naripincha.
-¡Oh, no puedo creerlo!-exclamo Repeto. El y ella se abrazaron felices. Naripincha le conto sus aventuras y luego dijo:
-Ya no nos separaremos nunca.
-Tendremos quedarnos en al estómago de este animal.-dijo Repeto
-No, tengo una idea –respondió Naripincha.
Y la pusieron en marcha: hicieron una balsa con algunas de las tablas de la barca y quemaron las demás. Con el humo el cachalote estornudó… El cachalote furioso les persiguió. Las olas destrozaron la balsa, pero consiguieron llegar a la costa. Repeto estaba agotado, pero Naripincha… ¡había muerto, o lo parecía! El pobre carpintero se arrodillo a su lado y se echó a llorar, desconsolado. Entonces apareció el Hada Verde, y dijo:
-Has demostrado ser una niña valiente, sincera y generosa. Serás pues una niña de verdad. Y Naripincha despertó… ¡convertida en una niña de carne y hueso! Sandia saltamontes siguió viajando por el mundo.

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